Desde la más remota antigüedad el hombre ha buscado reforzar los materiales naturales más flojos con fibras vegetales juncos, esparto, cañas. etc. para dotarles de una cohesión de la que carecían y que resultaba necesaria para determinadas funciones estructurales.
En la época actual se ha combinado el gran desarrollo de las obras públicas con la aparición de nuevas tecnologías y materiales que lógicamente, han desembocado en soluciones no convencionales a los problemas tradicionales de contención de tierras, terraplenes, rellenos para soportar cargas. etc.
El rápido desarrollo de estas nuevas soluciones hace que se escape a una normalización o a un tratamiento sistemático y, por otra parte, se trata en la mayor parte de los casos de métodos patentados cuyo empleo viene condicionado por aspectos comerciales.
Resulta evidente que la Administración no puede cerrar el paso en estas obras a estos nuevos métodos; pero tampoco puede quedar a expensas Je proyectos arriesgados, con soluciones poco experimentadas o de dudosa fiabilidad. Ello exige el establecimiento de unas condiciones generales, controles o comprobaciones a que deben someterse los nuevos métodos propuestos, de modo que las soluciones tradicionales no se vean penalizadas frente a otras de menores garantías pero más económicas.