El fenómeno del desprendimiento de rocas sobre las vías de comunicación, a pesar de ser un problema tan antiguo como las propias vías y un tema sumamente importante -de hecho están en juego vidas humanas-, no está aún totalmente solucionado, debido entre otros factores, a la variedad de situaciones que se pueden presentar, requiriendo cada una de ellas un tratamiento y solución específicos.
El desarrollo acelerado de muchas regiones montañosas y por ende la construcción en las mismas de carreteras y autopistas de alta calidad, para satisfacer importantes volúmenes de tráfico y elevadas velocidades, requieren brindar una atención cada vez ·mayor a la garantía de la seguridad en la circulación. Por estas causas, la protección contra la súbita aparición de rocas -provenientes de zonas altas aledañas a la vía – sobre las calzadas en este tipo de emplazamiento topográfico, se convierte en un aspecto de primerísimo interés debido a las consecuencias fatales que pueden tener para los usuarios y las pérdidas materiales que puedan arrastrar.
Cuando se ejecutan grandes taludes de excavación en roca, no siempre se toman las medidas de garantía de la estabilidad superficial, lo cual ocasiona en general un deficiente acabado en los desmontes. Por otra parte, cuando se trabaja en zonas de roca muy fracturada y alterable, aun cuando se hagan esfuerzos por garantizar la calidad del corte, son necesarias medidas de estabilización.
Soluciones tales como el anclaje de rocas con barras o cables de acero, el calzado de bloques con muros y contrafuertes de hormigón, la colocación de mallas de alambre y el glutinado, entre otras son las más empleadas para solventar estos problemas.
Ahora bien, no está tan clara y desarrollada la solución cuando se trata de detener las rocas que se desprenden desde las zonas más altas de la ladera o desde los taludes no protegidos y que, al caer, siguen una trayectoria que puede alcanzar la calzada de la vía.
Para tratar de evitar que esto ocurra, se han utilizado varios elementos que traten de amortiguar la energía que en su descenso llegan a adquirir las rocas,